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¿Qué inspiró a crear esta silla, a la vez opulenta y moderna, a Mies van der Rohe? Su perfil acompaña a uno de los edificios emblema de la arquitectura del siglo XX.
Año 1929, la silla Barcelona se exhibía y utilizaba por primera vez en un escenario del todo singular: el Pabellón de Alemania de la Exposición Internacional de Barcelona, en plena celebración a los pies de la montaña de Montjuic, en la capital catalana. El edificio era obra del arquitecto Mies van der Rohe y la diseñadora Lilly Reich, igual que la silla Barcelona, que el transcurso del tiempo ha convertido en icono del diseño del siglo XX.
El nítido perfil de este asiento, con estructura de acero, patas en aspa y dos cojines de piel, quedaba perfectamente recortado en la arquitectura racionalista del Pabellón. El edificio compuesto por cristal, acero y cuatro tipos distintos de piedra se postulaba como la arquitectura del futuro, ostentando claridad en su construcción y precisión en el ensamblaje de sus piezas.
Si bien Mies van der Rohe había elegido para esta arquitectura materiales clásicos como travertino romano, mármol verde de los Alpes, mármol verde antiguo de Grecia y ónice dorado del Atlas, la configuración y pureza geométrica, hacía de él un edificio inédito. Desde luego, se hacía notar en medio de un evento internacional construido en torno a los estilos neoclásico, neorenacentista y otras síntesis estilísticas de diversos modelos históricos.
La silla Barcelona como denominación de origen
La fuente de inspiración para la silla Barcelona fue la silla curul, de patas curvadas en aspa, donde tomaban asiento los magistrados en la antigua Roma. Su fisonomía resultó extraordinariamente moderna con el uso de pletinas de acero y un sistema estructural a la vista, con cojines extraíbles de tapicería acolchada. Se cree que a Mies van der Rohe se debe la idea estructural, mientras que Lilly Reich se ocupó del capítulo de tapicería y color.
Hoy el nombre de esta silla nos recuerda su punto de partida y origen. Y tiene el honor de llegar asociada a un edificio que simboliza el estreno de una nueva manera de hacer arquitectura. Y con ella un nuevo amueblamiento, más ligero y transparente. Su imagen algo opulenta se adecuaba al contexto. El Pabellón fue ideado para acoger la recepción oficial presidida por los reyes de España Alfonso XIII y Victoria Eugenia junto a las autoridades alemanas. De modo que el asiento actuó como una suerte de trono en ese momento, a la par que emblema de una nueva manera de entender el hábitat.
Llegaba la nueva era de muebles e interiores regidos por la consigna del “menos es más”, que investigaban en una belleza contenida en la propia estructura, coincidente con la función, y no como ornato añadido. La silla Barcelona en realidad es una butaca sin brazos. La altura del asiento y sus hechuras así lo determina. Y el acolchado lo corrobora, con un elaborado tapizado compuesto por 40 paneles individuales cortados, cosidos y empenachados manualmente, de una sola piel.
Una pieza de museo y de uso
En sus inicios la silla Barcelona, acompañada de la otomana reposapiés, fue producida por Berliner Metall-Gewerbe Josef Müller. A partir de 1948, la empresa Knoll Internacional optó por reeditarla bajo licencia adquirida al propio Mies van der Rohe. Fiel al diseño, con los años se ha ido actualizando la gama cromática de su tapicera. Es uno de esos muebles afortunados que, a la vez, forman parte de la colección permanente de museos, como el MoMA de Nueva York, y está disponible en el mercado para su uso cotidiano.
En el año 2019, con motivo del centenario de la Escuela de la Bauhaus, de la que Mies van der Rohe fue uno de sus directores, Knoll lanzó una edición especial limitada de la silla Barcelona. 365 ejemplares, uno por cada día del año, numerados y con sello en la estructura, con la opción de tapicería de cuero en elegante tono verde botella. Y entrega con certificado de autenticidad.
No es para menos, pues se trata de uno de los asientos más copiados de la historia del diseño. Su carácter icónico ha conllevado continuos plagios. Para distinguir el original de la copia se debe atender a los pormenores. En las copias, el almohadón del respaldo sobresale por encima de la estructura, mientras que en la original queda alineado y está cortado en ángulo para que encaje con el asiento. La original también se diferencia en que lleva en la zona posterior tiras de cuero y no argollas. Un conjunto de detalles que favorecen la armonía de la pieza.
El que hoy conocemos como Pabellón Mies van der Rohe, nacido como obra efímera en 1929, se desmontó tras finalizar el evento internacional. No obstante, la ciudad de Barcelona, consciente de su valor y significación, decidió volverlo a construir, inaugurándose por segunda vez en 1986. Desde entonces, en esta obra abierta a la ciudad podemos admirar de nuevo la silla Barcelona.