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Descubre el impacto de la inteligencia artificial en la creatividad humana y su aplicación en el diseño, la arquitectura y más.
La inteligencia artificial (IA) ha irrumpido con ímpetu y casi por sorpresa, desplegando múltiples expectativas e interrogantes. Desde el punto de vista de la creatividad, puede ser un medio para fomentarla. Aunque, hoy por hoy, el ser humano sigue como su generador protagonista.
En el ámbito del diseño, la inteligencia artificial ya suscita debates y reflexiones. Uno de ellos pone el foco en hasta donde esta herramienta tecnológica fomenta la creatividad, puede llegar a sustituirla o atrofiar nuestras capacidades humanas.
En el marco de las ciencias de la computación, la IA se considera esa disciplina en la que sistemas informáticos y algorítmicos logran emular la inteligencia humana. A la vez que incrementa su capacidad cognoscitiva e intelectual a medida que recopila más y más información. Si la primera revolución tecnológica, con el desarrollo del transporte, repercutió en el sistema locomotor de los seres humanos, la IA, inmersa en la cuarta revolución, pone el foco en nuestra cabeza y cerebro.
A la IA se le adjudica como fecha de nacimiento 1956. Sin embargo, ha sido esta temporada cuando ha despegado de modo espectacular, ofreciendo sorprendentes posibilidades. Hoy se distingue entre dos tipos de inteligencia artificial. Una es la que analiza datos, patrones y relaciones, es decir la ciencia de los datos, que viene de los primeros logros de la segunda mitad del siglo XX. Y se ha constatado que es más operativa y mejor que los seres humanos.
La segunda modalidad es la IA cognitiva, donde la máquina intenta imitar lo que hacen las personas y es capaz de responder a nuestras demandas y crear textos o imágenes de manera instantánea y correcta. No obstante, y por el momento, esta actividad la continuamos haciendo mejor y de modo más creativo los humanos. La IA generativa es la que ha marcado el factor disruptivo este año. Es una tecnología puntera que hay que aprender a usar. Su manera inmediata de dar múltiples opciones a requerimientos de un usuario, quizás no le ofrezca lo que busca exactamente, pero sí le propone y abre múltiples vías de un modo extraordinariamente rápido.
Los expertos en IA señalan que la actividad humana sigue jugando un papel imprescindible en procesos de creatividad. Que es el elemento que aporta valor. Mientras que la IA soluciona tareas repetitivas, favoreciendo que los profesionales se centren en alumbrar nuevas ideas y conceptos. La gran diferencia hoy reside en que el ser humano es capaz de generar cosas por sí mismo. Mientras la maquina genera a partir de lo que ha recopilado.
En el sector del diseño, el interiorismo y la arquitectura, una de sus aplicaciones se focaliza en automatizar tareas como la búsqueda de materiales, mobiliario o sistemas de iluminación. Lo que supone una contribución para agilizar trabajos. La IA también puede plantear bocetos y esbozos, trasladando y plasmando ideas en un papel u ordenador. Es una herramienta capaz de representar con suma rapidez propuestas espaciales para mostrárselas a un cliente. Y en ello aventaja a la representación arquitectónica digital y realista, conocida como render, todavía hoy un proceso lento y costoso.
A un cliente o usuario de diseño y arquitectura, la IA puede ayudarle a definir ideas o pensamientos, y contribuir a que descubra, mediante el juego, aspectos que desconoce o de los que tiene conocimiento parcial. En el capítulo generativo, ante la cuestión de si la IA anula o frena la creatividad humana, se deriva que más bien constituye una fuente de inspiración. Un punto de partida. Y el conocimiento de la persona es primordial.
Por el momento, la inteligencia humana del diseñador y el arquitecto sigue considerándose fundamental para interpretar lo que le explica un cliente. Nos encontramos en la fase deslumbramiento por la novedad de la tecnología. Pero en los próximos tiempos se verán con mayor claridad las herramientas realmente útiles que ofrece el IA.
La IA nos llega como una tecnología democratizada, al menos en una parte. Puede utilizarla cualquier persona. Hoy es posible probar y experimentar con ella de modo gratuito. Y su implementación en empresas tiene un coste reducido frente a otras tecnologías anteriores.
Sin embargo, más allá de su potencial creativo, muchos otros aspectos están a debate: los derechos propiedad intelectual o la veracidad de las imágenes y el sonido. Se aboga por su empleo dentro de un marco ético. La Unión Europea ya trabaja en regular su uso que entrará próximamente en vigor.
Para los más optimistas, la IA no es una amenaza que haga peligrar puestos de trabajo creativos, sino una liberación de las partes más tediosas y repetitivas de un proceso. Un nuevo avance que permite disponer de más tiempo para desplegar nuestra creatividad. La IA no tanto como limitadora de lenguajes sino como multiplicadora. El auténtico creador siempre necesitará explicar al mundo su universo desde su personal punto de vista.
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