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¿Sabías que las construcciones ya cuentan con materiales sostenibles que nos permiten cuidar el medio ambiente? ¡Descúbrelos aquí!
El presente de la construcción ya puede ser sostenible. Descubre los biomateriales que están transformando las obras y los proyectos arquitectónicos.
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En el contexto actual, uno de los aspectos más relevantes del uso de los biomateriales para el sector de la construcción es que al optar por ellos se preserva la salud del medio ambiente, del planeta y de los propios seres humanos. Se denomina biomateriales a aquellos materiales naturales, generalmente renovables, que son bajo emisivos de CO2 y dejan una mínima huella ecológica. Una vez concluyen su ciclo de vida, pueden volver a la naturaleza sin contaminarla. Cumplen lo que se ha dado en llamar el ciclo cerrado “cradle to cradle” (de la cuna a la cuna), un concepto formulado por el químico ecologista Michael Braungart y el arquitecto paisajista William McDonough. Al ser biodegradables, evitan el residuo y su retorno a la naturaleza renueva su uso.
Los biomateriales no agotan los recursos del planeta, pues son regenerativos. Derivan directamente de la naturaleza. O se manufacturan a partir de diferentes ingredientes procedentes de ella. También pueden estar sujetos a procesos donde se sintetizan. Así mismo, son saludables para las personas, pues no incluyen ni desprenden ningún tipo de componente tóxico, y están libres de compuestos orgánicos volátiles COV.
El auge que viven los biomateriales acontece en paralelo a la toma de conciencia del impacto medioambiental que implican el sector de la construcción en general, y el uso bastantes materiales en particular. Muchos de los surgidos de la revolución industrial, aplicados a la arquitectura, generan residuos difíciles de eliminar y que contaminan, poniendo en peligro el equilibrio del ecosistema.
Entre las últimas medidas incluidas en la Directiva de eficiencia energética de los edificios de la Unión Europea (2023), figura la obligatoriedad de computar las emisiones de CO2 en la construcción de edificios de nueva planta. De todo ello resulta la creciente demanda de biomateriales, tanto en materiales estructurales, como aislamientos o revestimientos finales, de reducida huella ecológica. Suman en sostenibilidad, los biomateriales de proximidad. Que reportan el beneficio de estar adaptados al entorno, e implican un ahorro en las emisiones añadidas de transporte.
Si bien el ladrillo tradicional se modela con arcilla, que es materia natural, el denominado ladrillo ecológico durante el proceso completo de producción, desde la extracción de la materia prima a la manufactura, reduce al mínimo el consumo de energía, con menores emisiones de CO2 a la atmósfera y sin generar residuos. Es un producto que llega con certificación de huella hídrica y huella de carbono.
El ladrillo más sostenible, cuenta con diferentes versiones. La larga tradición del ladrillo de adobe en muchas culturas, vuelve a recuperarse. Tras mezclarse arcilla, arena y agua, se modela y compacta, y no se requiere cocción en un horno, lo que ahorra energía consumida. Su producción in situ, es un punto más a su favor. El bloque de cáñamo compactado es otra variante como pieza para componer estructuras, mezcla de cáñamo, cal hidráulica y arcillas, y se dispone en hiladas para muros autoportantes. Actualmente, también se reciclan residuos textiles para manufacturar ladrillos, con buenos propiedades térmicas y acústicas. O bloques que combinan cáñamo y hormigón, en revestimientos o separaciones no estructurales.
La reivindicación del tapial como método constructivo, vuelve la mirada a la arquitectura vernácula. Con tierra arcillosa húmeda compactada a golpes de pisón, se rellena por capas un encofrado para formar muros portantes, y puede incluir aditivos como paja para mayor estabilidad. Su excelente comportamiento térmico y gran inercia favorece una buena regulación de la humedad relativa e interiores saludables. Y, recientemente, ha inspirado el desarrollo de productos elaborados y controlados en fábrica como bloques de tierra de gran formato.
Por su gran abundancia, la arena del desierto es otra materia prima natural que ha entrado en escena para la fabricación de hormigón. Su hándicap hasta el momento era su finura, que daba problemas para adquirir consistencia. Un grupo de investigadores británicos ha logrado un producto a base de arena del desierto, con aglutinantes que le aportan la resistencia del hormigón y que presenta una huella de carbono nula.
Renovable, biodegradable, local, y siempre con certificado de procedencia de bosques de gestión sostenible, la madera se revela como material con gran futuro. Sus propiedades de aislamiento térmico y acústico, e higroscópica que regula la humedad en los espacios interiores, unido a su desarrollo industrial, hacen de ella un biomaterial excelente.
El uso en construcción va al alza por presentar ventajas por partida doble: el árbol de donde procede capturó dióxido de carbono, lo que supone almacenar emisiones en el edificio. A la vez, su elección ahorra las emisiones que conlleva producir con otros materiales. Se estima un 40% de ahorro con respecto al uso de hormigón.
La construcción con madera CLT, como sistema masivo de madera contra laminada en muros portantes y forjados, resuelve satisfactoriamente grandes estructuras. Los entramados ligeros dan respuesta a estructuras menores y usos mixtos. Su industrialización y estandarización garantiza un estricto control de calidad. Pero, además, proporciona gran calidez y naturalidad aplicada en revestimientos, pavimentos, carpinterías y cerramientos.
Los residuos de madera son fáciles de recuperar para manufacturar fibras para aislamiento o tableros aglomerados. Así mismo, se están incorporando resinas que proceden del almidón, como aglutinante de tableros MDF. El corcho, precedente de la corteza del alcornoque, es otro biomaterial óptimo como aislante, tanto en versiones de panel, láminas o proyectado in situ.
El linóleo es un producto también revalorizado con el que se producen pavimentos que son biodegradables. Se elabora con materiales de origen natural, a partir de semillas de linaza y polvo de corcho o madera, más resinas naturales. Como alternativa a la madera, es resistente, antiestático, ideal para personas con alergias y de coste muy accesible.
A todos estos productos se añaden otros que proceden de materias primas vivas, como el micelio de hongos, o las algas. O productos como la celulosa bacteriana, de renovación rápida. Actualmente se elaboran ladrillos orgánicos con micelio. Un material muy resistente al secarse, que se combina con otras sustancias. Son muy adecuados en arquitecturas de emergencia temporales. Pues al ser desmontadas, son biodegradables y vuelven a la tierra sin contaminarla. Hay quien los define como materiales co-diseñados con la naturaleza, en los que prima el propio ritmo de los ecosistemas.
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