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La movilidad eléctrica sigue en auge y se espera que en el de vehículos eléctricos en todo el mundo. Sin embargo, y a pesar de sus amplias ventajas y su nula contaminación, hay un gran detalle que aún hay que mejorar y que es lo que hará que la movilidad sostenible sea el estándar: las baterías de los coches eléctricos.
Aunque ya existen modelos con baterías de iones de litio de gran capacidad, la mayoría de VE están todavía lejos de ofrecer una buena autonomía. Tal y como han dejado entrever compañías como Toyota, al parecer las esperanzas para mejorarla están puestas en las baterías de estado sólido, que podrían ser la solución a todos los problemas y que convertirían el coche eléctrico en el perfecto sustituto de los coches de combustión.
En la actualidad existen muchas baterías de coches eléctricos, pero ninguna de ellas cumple con las exigencias actuales de movilidad. Su precio de fabricación, su autonomía, el tiempo de recarga, su vida útil e incluso su seguridad están todavía por debajo de lo esperado.
A pesar de que existen vehículos de alta gama con baterías decentes, gran parte del parque automovilístico eléctrico no cumple con las expectativas de los usuarios. Esto provoca que a pesar del rápido crecimiento del vehículo eléctrico, todavía está lejos el momento en el que los veamos dominar el mercado
Las baterías de estado sólido se presentan como la gran alternativa a todas las actuales, pero antes de ver en qué consiste, vamos a ver qué ofrecen las actuales para poder ver las diferencias:
Níquel-hidruro metálico: son una evolución de las anteriores y se utilizan en la mayoría de híbridos del mercado actual. Tienen una buena densidad energética, son bastante baratas y tienen un buen número de ciclos de recarga, entre 1500 y 2000. También son mucho menos contaminantes que sus antecesoras, ya que no utilizan materiales tóxicos. Su elevado coste de mantenimiento, su baja autonomía (entre 50 y 80 km) y su bajo rendimiento a altas temperaturas son sus principales desventajas.
Ion-litio: la gran mayoría de marcas están utilizando las baterías de Ion-litio en sus coches eléctricos. Presentan la mejor densidad energética del mercado, una alta autonomía (entre 300 y 600 km), una velocidad de carga aceptable, no necesitan mantenimiento y son ligeras. ¿Sus defectos? La seguridad, su limitada vida útil (3000 ciclos de carga), velocidad de carga mejorable o su debilitación con el paso de los años. A pesar de ser con diferencia la mejor opción en la actualidad, están lejos de lo esperado, ya que además, son demasiado caras.
Las baterías de estado sólido se presentan como las futuras baterías de los coches eléctricos. Son una evolución de las baterías de Ion de litio que presentan grandes ventajas respecto a estas y resuelven gran parte de sus problemas.
El funcionamiento del motor eléctrico a grandes rasgos se basa en dos electrodos integrados en una celda que están inmersos en un líquido conductor. Cuando arrancamos el motor, se genera una reacción química que pone a circular iones entre los electrodos, consiguiendo generar energía que se traspasa a los bornes de la batería.
La gran diferencia de las baterías de estado sólido es que en lugar de utilizar un líquido como conductor (el electrolito), utiliza materiales sólidos como el vidrio. Esto provoca que las baterías no se desgasten, sean más seguras (el electrolito es inflamable) y tengan una mayor densidad energética.
Las baterías de estado sólido pueden convertirse en la panacea de todos los problemas que acumulan hasta ahora las baterías de los coches eléctricos. El estado actual de la tecnología no cumple con las necesidades de los usuarios, siendo la limitada autonomía y su tiempo de recarga sus principales escollos. A continuación te contamos todas las ventajas de estas baterías que solventan estos y otros problemas:
Parecía ser que este tipo de baterías no estarían listas hasta dentro de una década, sin embargo, la revolución de las baterías de estado sólido puede llegar mucho antes. Toyota, Volkswagen, Samsung, BMW, Tesla, Hyundai y muchas otras marcas están invirtiendo mucho dinero en esta nueva tecnología para que así sea.
Las baterías de estado sólido se encuentran en una fase avanzada de desarrollo y se espera que en 2022 podamos ver los primeros vehículos que las integren. Si la teoría es similar a la práctica, supondrá un auténtico vuelco para la industria del automóvil, ya que esto puede ser el gran salto para que la movilidad sostenible se convierta en el estándar.