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Aunque solo funcionó entre 1919 y 1933, la Arquitectura Bauhaus es el gran referente de las escuelas de diseño, pues sus enseñanzas sentaron las bases de dos nuevas profesiones, el diseño industrial y el diseño gráfico. Un siglo de creatividad y desarrollo tecnológico ha dado para mucho y estas disciplinas, ya consolidadas, se han ido desplegando con nuevas aplicaciones y enfoques.  

La Arquitectura Bauhaus relanzada

Desde hace un tiempo, no obstante, la palabra Bauhaus vuelve a escucharse próxima y llega recargada de significados inspiradores. Primero fue en 2019, con la celebración del centenario de la mítica escuela de diseño, arquitectura y arte fundada por el arquitecto Walter Gropius en Weimar, Alemania, en 1919. El conjunto de las exposiciones, reediciones de piezas de mobiliario y objetos, y los nuevos proyectos de ampliación de sedes históricas que trajo la efeméride, era un cumplido homenaje, pero también indicaba que en la Arquitectura Bauhaus algo renacía. 

Más sorprendente fue cuando, en septiembre 2020, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, anunció la iniciativa de la Nueva Bauhaus Europea durante su discurso en Parlamento Europeo en el debate sobre el estado de la UE. Lo hizo con el objetivo de promover “un espacio de creación conjunta donde arquitectos, artistas, estudiantes, ingenieros y diseñadores trabajen conjuntamente”, para afrontar los retos de nuestro tiempo.  

Vigencia de valores Bauhaus

Sin duda, los valores construidos por la Arquitectura Bauhaus hoy se perciben como actuales: aspiraba a revolucionar la vida cotidiana en aras de una mayor igualdad social y crear un mundo mejor mediante la integración de las artes. Con ellos se desea contagiar e impulsar proyectos de futuro acordes con siglo XXI y el actual marco medioambiental, sanitario y socioeconómico.

El que la Bauhaus fuera una escuela interdisciplinar y cosmopolita, que abarcaba arquitectura, diseño de muebles, objetos, tejidos, fotografía, gráfica... y tomaba en cuenta la artesanía y el arte, ya muestra su visión avanzada en una creación colectiva, con equipos procedentes de distintos campos para encontrar soluciones realmente efectivas.

Para su fundador, el arquitecto Walter Gropius (1883-1969), todo tenía su función e importancia: del edificio (a él se debe la sede de la escuela en Dessau y el proyecto del Archivo Bauhaus en Berlín), a la manija de puerta que creó en 1923. O la bella tetera de porcelana que diseñó en los 60s y hoy todavía forma parte del particular ritual del té de muchas personas. 

En la Arquitectura Bauhaus la forma seguía a la función y la belleza emergía de la eficacia. Pero también se ha visto a la Bauhaus como una “cámara de decantación de las vanguardias” artísticas de principios de siglo XX. Así lo indica su plantel de profesores. Expresionismo, Suprematismo, Constructivismo, Neoplasticismo. La clase de teatro de Oskar Schlemmer ocupaba un lugar relevante en la escuela, como disciplina en la que participaban distintos medios de expresión y también como actividad social. Otros artistas como Paul Klee y Kandinsky fueron profesores fundamentales, por mencionar solo la primera etapa de la escuela en Weimar.

La mano que piensa

Los talleres se situaban en el centro de la enseñanza de la Arquitectura Bauhaus, que perseguía la más alta calidad de producción y el estudio de los materiales y sus propiedades. Tal como hoy se vuelve a postular, el contacto directo con los materiales supone una excelente vía de aprendizaje y creación. Pues la mano, a la vez que resuelve pequeñas encrucijadas trabajando, también conduce el pensamiento. La combinación de procesos de producción industrial con la creatividad del trabajo artesano y el diseño fue, así mismo, una fórmula para el progreso social en la Arquitectura Bauhaus. La inexistencia de un mobiliario y objetos en consonancia con esos nuevos modos de habitar que proponían los arquitectos de la Bauhaus, impulso a diseñarlos previendo su integración en sistemas de fabricación seriada.  

Hoy el espíritu innovador de la Arquitectura Bauhaus se erige en un buen referente ante los nuevos desafíos que plantea diseñar futuras maneras de vivir. La aspiración son proyectos que integren los mejores avances de la tecnología y la ciencia, el humanismo del arte y la cultura y la inclusión social, con la sostenibilidad y el equilibrio medioambiental como piezas fundamentales del nuevo puzle.