Biohabitabilidad: las claves para una vivienda saludable
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Aplicar criterios de biohabitabilidad en el proyecto arquitectónico redunda en espacios y viviendas más saludables para las personas.

Es consustancial al ser humano experimentar mayor bienestar en algunos espacios arquitectónicos que en otros. Sin embargo, hay aspectos que no se muestran a primera vista en los interiores que habitamos, pero inciden directamente en la salud de las personas. Proveer al conjunto de la sociedad viviendas saludables debe ser una de las prioridades de la arquitectura. De ahí la relevancia que está adquiriendo la biohabitabilidad, que estudia y realiza un análisis pormenorizado de la calidad los espacios interiores.

 





Los criterios a tener en cuenta atañen tanto al diseño general del espacio como a los sistemas constructivos, instalaciones o materiales escogidos. Todo ello puede incidir positiva o negativamente en la salud y bienestar de quienes habitan un edificio.

 



La vivienda saludable comienza por el aire que respiramos

 



La calidad del ambiente interior y del aire en concreto es un factor principal para que los usuarios gocen de una vivienda saludable. El aire debe provenir de espacios exteriores sin contaminantes. Y una vez en el interior no contaminarse con agentes químicos nocivos. Existen estudios recientes que revelan que el aire de la vivienda puede llegar a estar cinco veces más contaminado que el exterior.

 

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La cultura de la ventilación debe difundirse con pautas para el usuario que potencie la ventilación natural cruzada. Y soluciones de ventilación mecánica que aseguren el mantenimiento y limpieza de equipos. En el uso de domótica, se recomiendan sistemas que permitan abrir las ventanas cuando sea necesario. Para una vivienda saludable son imprescindibles unas condiciones higrotérmicas, con temperatura adecuada según la hora del día y actividad. Y una humedad de entre 40 a 60%, regulable mediante la elección de materiales de acabado interior. Es beneficiosa la ausencia de monotonía térmica. Las temperaturas fisiológicamente recomendables son: zona de día y despacho, 18-22º C; dormitorios, 15-17º C; baño, alrededor de 20º C, y escaleras 10-14º C. Una iluminación acompasada con los ritmos circadianos del ser humano redunda, así mismo, en la salud.

 

 

Agentes físicos, químicos y biológicos

 

El proyecto arquitectónico que atiende a criterios de biohabitabilidad evita los agentes químicos nocivos como COV (Compuestos Orgánicos Volátiles). Se encuentran en materiales de construcción, acabados de interior (pinturas, aglomerados de madera, colas, aislantes...) y en mobiliario. Según el compuesto pueden ser tóxicos para el sistema respiratorio, inmunológico y neurológico. También se debe prevenir de agentes biológicos como hongos y bacterias, asociados a humedades y condensación.

 

En el apartado de electroclima, para minimizar la electricidad estática es mejor eludir revestimientos interiores, acabados, mobiliario y textiles sintéticos. Producen rampas de descargas eléctricas y atraen y acumulan el polvo, que puede derivar en enfermedades respiratorias. Con una instalación eléctrica biocompatible se persigue una menor exposición a campos eléctricos o electromagnéticos y suprimir compuestos tóxicos, en aras a no alterar los procesos biológicos propios del ser humano.

 

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El ruido es otro factor de salud. La protección del exterior cuenta con diversidad de recursos: aislamiento acústico, materiales con absorción acústica, uso de vegetación como pantalla o diseño de galerías. Se trata de favorecer unas condiciones acústicas anulen sonidos molestos y no deseados. Estos pueden llegar a afectar a la salud y bienestar, en función del lindar de tolerancia de cada persona, alterar el sueño y perjudicar el descanso, con todo lo que ello conlleva para mantener la necesaria vitalidad.

 

En cuanto a las radiaciones naturales, debe evitarse la presencia de gas radón en el aire, que es inodoro, pues procede de minerales radiactivos y penetra en un edificio de manera natural a través del subsuelo. Es una medida preventiva de salud pues, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), su efecto radiactivo es el causante de entre un 3 y 14 % de cánceres de pulmón.

 

Bienestar físico, mental y social

 

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Para la OMS, la vivienda es un determinante significativo de salud. Define la vivienda saludable como “un refugio que sustenta un estado de bienestar físico, mental y social. La vivienda saludable proporciona un sentimiento de hogar, incluyendo el sentimiento de pertenencia, seguridad y privacidad.”

 



La existencia hoy de certificados de salud en el ámbito de la arquitectura y la salud como el Leed, Breeam o Minergie, resaltan la importancia del asunto en el ámbito de la edificación. La vivienda saludable constituye una gran aliada en la regeneración diaria del organismo. Y unas condiciones óptimas de habitabilidad potencian la vitalidad del ser humano para acometer su día a día.